Con más de 20 años de experiencia en una empresa con una cultura única, Raymundo Lozano, director de Recursos Humanos en Servilámina, ha visto de cerca lo que realmente hace que la gente se quede.
En este artículo, hablamos sobre cómo la cultura organizacional, un liderazgo humano y estrategias de desarrollo específicas son el verdadero motor para la permanencia voluntaria de los empleados.
Muchas empresas creen que el camino más rápido para solucionar la rotación de personal es aumentar los salarios, pero el experto en RH, Raymundo Lozano, tiene una perspectiva diferente.
El verdadero motor de la retención de empleados es el sentimiento de realización y satisfacción en el trabajo. En su experiencia, un empleado que se siente feliz con lo que hace y trabaja en un ambiente laboral agradable no necesita de incentivos económicos constantes para quedarse.
El liderazgo de Raymundo Lozano es una fusión de dos conceptos que a menudo se perciben como opuestos: empatía y disciplina. Aunque se enfoca por completo en la gente, en reconocer el talento y en hacer crecer a cada persona de su equipo, también está claro que su responsabilidad es tomar "decisiones no tan populares". Esta dualidad es la clave de su éxito.
En su visión, el trabajo en equipo es fundamental, pero siempre bajo un liderazgo que entiende la vocación como la alineación perfecta entre la persona, el lugar, el tiempo y el rol. Al romper con la idea de que la vocación se limita a un título, un líder como Raymundo construye una cultura en la que la satisfacción personal es el motor de la permanencia voluntaria.
Para Raymundo, el mayor desafío cultural no ha sido la diferencia de idiomas, sino la integración de una mentalidad estructurada con el dinamismo del talento mexicano. El reto se magnifica con la rotación de directores japoneses, que ocurre cada tres años.
Esto exige un esfuerzo continuo para educar e integrar a los nuevos líderes, asegurando que los valores de la empresa no se diluyan. El éxito de Servilámina radica en haber establecido un ecosistema de respeto mutuo donde las siguientes lecciones son la base de la operación:
La retención no es un accidente, sino el resultado de un plan estratégico bien ejecutado. Raymundo Lozano lo resume en un principio fundamental: ubicar a la persona correcta en el lugar correcto, en el momento correcto, haciendo lo correcto. Para lograrlo, la empresa aplica las siguientes estrategias:
Movilidad Interna: A través de la promoción activa de movimientos entre departamentos, la compañía permite a sus empleados explorar diferentes áreas y encontrar el rol que mejor se alinea con sus habilidades y aspiraciones.
Valoración de la Antigüedad: La lealtad y la experiencia de los empleados con décadas de trayectoria son celebradas y aprovechadas para mentorear a las nuevas generaciones, creando un sentido de pertenencia y de legado.
Desarrollo Personalizado: Cada puesto se considera una oportunidad para el crecimiento, asegurando que el camino de cada empleado se alinee con sus metas y con los objetivos de la organización, garantizando un alto nivel de satisfacción y permanencia.
La permanencia de un equipo no es un golpe de suerte, sino la consecuencia directa de una cultura organizacional sólida. Como aprendimos de Raymundo Lozano, el secreto está en ir más allá del salario y enfocarse en la realización personal, el desarrollo del talento y el liderazgo centrado en las personas.
Las lecciones de este experto en RH son claras: la retención de talento en la industria no se compra, se cultiva. A través de su experiencia, hemos visto que una cultura basada en la confianza, un liderazgo que valora el crecimiento y estrategias tangibles como la movilidad interna son el verdadero motor de la permanencia.
El mensaje final de Raymundo para quienes aspiran a ser parte de una empresa con este nivel de compromiso es: