La gran pregunta que nos hacemos como directores de Recursos Humanos es: ¿Qué hace que una empresa tenga colaboradores con más de 20 años de antigüedad, mientras que otras tienen que lidiar con la rotación casi a diario?
Para encontrar una solución efectiva, hemos analizado la experiencia de Jesús Aristeo González, un ejecutivo con 25 años de experiencia que ha trabajado en giros como el automotriz y el aeroespacial. Y que en sus años como Gerente de Planta su misión se ha enfocado en: lograr turnarounds o "resucitar muertos y hacerlos productivos".
Estos no solo redujeron la rotación, sino que ayudaron a construir una cultura donde la lealtad de los empleados sea la base.
El éxito comienza por dejar el ego personal de lado, enfocarse en hacer crecer al equipo y ligar los resultados a un propósito superior.
Eliminar las barreras entre la dirección y los operativos, adoptando una filosofía de servicio donde el trato digno del empleado es un factor de competitividad.
Desarrollar la capacidad de discernimiento para manejar el caos de la información y saber hasta qué punto automatizar un proceso para evitar cuellos de botella.
El consejo más profundo para la carrera de un Director es el de la trascendencia. Sabemos que medir el éxito solo por la consecución de resultados es insuficiente. Si el líder no es capaz de ligar todos esos resultados a un "propósito trascendental", su carrera se vuelve "algo estéril". El legado de un líder no se escribe al principio, sino al final:
Jesús Aristeo considera que el principal error de muchos directivos es la distancia. La existencia de una gran barrera entre la dirección y los operativos impide el compromiso. La única manera de erradicar esto es adoptar una mentalidad de servicio: "Yo existo por ellos, no viceversa". Para el líder, el involucramiento significa conocer, darse a conocer y hacer que el empleado sienta que forma "parte del equipo", demostrando la humildad necesaria para trabajar con la base.
Se ha visto cómo las empresas mexicanas han sido impactadas por la llegada de transnacionales que cambiaron la perspectiva sobre cómo tratar al personal. Hoy, las empresas que pagan lo mínimo y ofrecen lo mínimo en liquidaciones tienen mucha rotación, pues esta actitud no permite la lealtad. La frase lo resume todo:
La sensibilidad en el trato entre empleados es un factor de competitividad.
El consejo clave es la humildad operativa: aplicar la filosofía japonesa Go and See (ve tú mismo directo a la fuente). Si el director no se acerca a la base para ver lo que sucede, la única guía será la percepción del grupo directivo. Ir directamente al problema garantiza que las decisiones que se tomen estén alineadas con la realidad de la planta y no con las ideas que aconseja un tercero.
La Dirección de Empresas transnacionales exige una amplitud de conocimiento que supera cualquier especialidad. Debemos ser un generalista, pues, como indica Jesús Aristeo, es crucial "aprender de todo y no limitarse". Esta visión nos permite tener la base para discernir si lo que nuestros especialistas (financieros, ingenieros) están proponiendo tiene sentido o no. Por ello, mi consejo es: no menosprecies tomar un MBA, ya que proporciona las herramientas generales para el discernimiento estratégico.
Muchas organizaciones se ahogan en la era del Big Data. El problema no es la falta de datos, sino que generan "toneladas de información y no saben qué hacer con ella". La visión generalista es la que permite ordenar este caos. La clave está en saber qué información colectar, cómo se junta y, fundamentalmente, contar con un equipo que sepa traducir esos datos a un lenguaje claro y accionable para la alta dirección.
La tecnología es una herramienta de doble filo. Si bien la automatización es necesaria, su complejidad es costosa de mantener. El desafío estratégico es saber "hasta qué punto automatizar" y dónde mantener los procesos manuales. Una automatización excesiva puede fácilmente convertirse en el "cuello de botella" más crítico, pues un fallo en un solo parámetro o algoritmo puede generar un resultado catastrófico que paralice la operación.
El éxito en los negocios, según el modelo de Jesús Aristeo González, no es una fórmula compleja, sino un retorno a los fundamentos: la gente y el liderazgo humilde.
Hemos desglosado los 3 pilares que transforman la lealtad de nuestros empleados:
El experto nos deja la enseñanza más profunda: no mida el éxito solo por la consecución de resultados, sino ligue esos resultados a un propósito trascendental. De lo contrario, los logros son "algo estéril" al final de su carrera. Mi métrica real de un líder se escribe en la historia: "No es cómo empiezas, sino cómo terminas".
¿Cuál de los 3 pilares de liderazgo crees que tendría el mayor impacto si lo aplicaras hoy mismo en tu organización? Contactanos y discutamos tu estrategia.